En el minuto 16 tuvo en sus botas el 1-0 desde los once metros pero su lanzamiento lo rozó lo justo Donnarumma para desviarlo a la madera. En el rechace posterior el Milan se quedó con 10 hombres por una entrada salvaje ‘a lo De Jong’ de Rebic sobre Danilo.
Parecía el punto y final de los visitantes pero ni por esas pudo destacar Cristiano Ronaldo, más pendiente de jugar de espaldas para activar a sus compañeros que de amenazar en la superpoblada área del Milan. Aunque voluntarioso, al portugués se le vio lento y sin chispa, incapaz de desbordar con el balón en los pies y con dificultades para cambiar de ritmo cuando tuvo espacios para correr. Tampoco deslumbró Pjanic, que imprimió un ritmo lentísimo a la circulación de balón de la Juventus.
Cristiano fue el reflejo de una Juve un tanto acomodada, consciente de que con subir el ritmo podría hacer descarrilar a un Milan pobrísimo. El equipo de Piole tiene graves deficiencias estructurales, no cuenta con jugadores determinantes que marquen las diferencias y está a años luz de la Juventus. Si a eso se le suma que tuvo que jugar 75 minutos con un hombre menos, fue casi un milagro que se fuera con un digno empate sin goles.
Cristiano olió sangre y lo intentó todo para no irse sin ‘su’ gol, pero ni la Juve ni las circunstancias acompañaron en esta ocasión a un Cristiano que no ha perdido voracidad pero sí finura. La final del próximo miércoles dictará sentencia.

